jueves, 31 de octubre de 2013

Hucpoldo o Tucbaldo ya luchaba en el 893 en Pavía contra Arnulfo y Berengario; como Conde Palatino de Ludovico II y su hijo de Guido de Spoleto y, posteriormente, de Rodolfo II de Borgoña.


 Pavía, residencia de los reyes francos de Italia.


 Sello del Rey Arnulfo, contra el que luchó Hucpoldo o Tucbaldo en Pavía.


 Sello de Berengario de Friuli, enemigo de Hucbaldo y de Bonifacio su hijo.


Guido de Spoleto.


 Sello de Ludovico "el germánico".





Sello de Roldolfo de Borgoña.



sábado, 26 de octubre de 2013

La chiesa è citata per la prima volta in un atto del 972 quando venne venduta dai due compatroni dell'epoca al marchese Ugo di Toscana, il quale il 10 agosto 998 la donò con il vicino castello di Papaiano all'Abbazia di Martùri. Il successore il marchese Bonifacio si distinse soprattutto per la dispersione del patrimonio dei beni dell'abbazia ma nel 1075 i giudici della marchesa Beatrice fecero in modo che la chiesa di sant'Andrea venisse restituita alla badia di Martùri.



Il Marchese Ugo aveva dotato Campoleone di ben 6 castelli, 7 ville, 24 corti e alcuni mulini sull’Arno e sul Tevere. La sua chiesa, dedicata a S. Saturnino, custodì notevoli tesori e opere d’arte, diventando in breve tempo una ricca e importante abbazia, una tra le potenze feudatarie più notevoli della Toscana. Fonti storiche testimoniano che il castello di epoca longobarda, localizzato dove oggi si trova “Chiuso” ( attuale giardino della piscina) e l’abbazia erano vicinissimi, ( l’Abbazia è oggi l’hotel Badia di Campoleone, a pochi km da Arezzo).


Badia del Buonsollazzo,Borgo San Lorenzo,Florencia, fundada por Ugo, nieto de Bonifacio de Spoleto.


Este otro retrato de Ugo también está en la galería Uficci de Florencia y fue realizado por también por Cristófano Allori.





En la galería de los Uficci de Florencia encontremos un retrato de Ugo. El autor es Cristofano Allori.





viernes, 25 de octubre de 2013

En el canto XVI del Paraiso de la Divina Comedia de Dante se menciona a Hugo de Toscana...Tutti quelli che si fregiavano della bella insegna di Ugo di Toscana, il cui nome e il cui onore è celebrato il giorno di San Tommaso, ebbero da lui la carica e il privilegio di cavaliere, anche se oggi uno che la adorna col fregio d'oro (Giano della Bella) parteggia per il popolo...http://divinacommedia.weebly.com/introduzione-paradiso.html


En la Badia Fiorentina, está enterrado el Marqués Ugo de la Toscana ("el gran barón"), que murió en el día de Santo Tomás, 21 de diciembre de 1001. Ugo es citado por Cacciaguida, el antecesor de Dante, que en la canción decimosexta del Paraíso, recordando los viejos tiempos y a las grandes familias de Florencia habla de Ugo y de su escudo de armas, que se compone de tres " polos ", es decir, rayas verticales blancas en un campo rojo: siete bandas,que podrían representar a las siete virtudes cardinales, o al "civitates» Toscana, o a las siete abadías fundadas por Ugo. El escudo de armas otorgado por Dante y Villani a Ugo puede ser falso. En el 929 Teobaldo, su tío, mando inscribir en el dintel de su casa de Panico, con caracteres bárbaros, dicha fecha junto a un león rampante ajedrezado, con una rosa en la oreja izquierda.


sábado, 12 de octubre de 2013

La leyenda de “Castel Debole” que un día fue llamado “Castel Forte”. La tradición de los Apeninos boloñeses cuenta con una leyenda sobre el Castillo que perteneció al linaje de los Condes de Panico, una familia de origen franco-carolingio, que dominó el valle del río Reno, Rhin en italiano, desde el siglo onceavo y que fue recogida por Olindo Guerrini en su obra “Brani di vita”, libro primo. Dice la leyenda que alrededor del año mil “Castel Forte” pertenecía al Conde Maghinardo o Manardo, hijo de Ugolino de Tizzano. Cuando Ugolino murió, Maghinardo tenía sólo veinte años y acababa también de morir su madre, por lo que se convertía en heredero del Condado de Panico. Tanto su tía Bertrada, como el Abad del Monasterio de Labante, trataban de influir sobre él con diferentes intenciones. El Abad, llamado en la leyenda “sacerdos Medulanus”, era el inspirador de la vocación religiosa de Maghinardo. Los Condes de Panico habían sido, desde la caída del Imperio Carolingio, aspirantes a Condes de Bolonia y, desde su Castillo de Panico, practicaban incursiones en su intento de apoderarse de la ciudad. Las exhortaciones que “sacerdos Medulanus” dirigía a Maghinardo iban encaminadas a mantener y alimentar la vocación del Conde y permitir que el castillo cayera en manos de la ciudad. Bertrada, tía de Maghinardo, castellana de “Malfolle”, viuda y con una hija llamada Ilda o Elda, y Azzo di Panico, no estaban dispuestos a que la familia perdiera el dominio sobre el valle del Reno y trazaron un plan. Bertrada organizó un viaje de peregrinación a la Abadía de Nonantola, situada en la llanura junto a Módena. En dicho viaje iba acompañada de su hija Elda y de la comitiva correspondiente. En su camino hacia Nonantola llegaron a “Castel Forte” el día veinte dos de julio, celebración de la festividad de Santa María Magdalena. El plan de Azzo y de Bertrada consistía en apartar al joven Conde de la influencia de su consejero de Labante, provocando el encuentro entre la hermosa Elda da Panico y su primo Maghinardo aquella noche en el Castillo. Éste, por supuesto, les recibió encantado. Aquel día era festivo y Maghinardo mando preparar el salón de honor para la ocasión con todo el lujo que en aquel momento era posible. Sobre la apagada chimenea de la estancia lucían las armas de familia: el león rampante escacado en oro y azur, con una rosa de gules en la oreja izquierda, que aquel día parecía lucir de un rojo más intenso que nunca, presagiando lo que aquella noche iba a suceder. La grácil figura de Elda, que hermosa había florecido en la montaña boloñesa, se mostraba esplendorosa entre las nobles paredes recubiertas de madera tallada de roble y cuero. Sus grandes y sorprendidos ojos, excitados por lo novedoso de la situación, miraban con ingenuo ardor al piadoso Maghinardo; sus labios rosados y turgentes sonreían con descaro. La acariciante brisa de sus movimientos y la elegancia de sus ademanes vencieron en aquel mismo momento a los poderosos exorcismos y las advertencias que, sobre Maghinardo, había vertido su consejero espiritual. Nada podía resistirse a aquellos ojos claros y profundos, a aquella hermosa flor de los Apenninos. El amor, encarnado en la sonrisa de Elda, se apoderó definitivamente del joven Conde de Panico. En vano bajaba su mirada aterrado por el peligro; ante sus ojos se desplegaba aquel flamante vestido y aquellos zapatos de fino cuero amarillo asomando a través de él. La embriagante voz de Elda le envolvía; podía percibir todos sus movimientos sin tener que mirar. Se sentía en grave peligro y sin fuerzas para escapar. El sol descendía ya hacía Módena, aquel rojo y cálido atardecer de julio no inspiraba ni ascetismo ni meditación. Los rayos de luz bañaban las femeninas curvas de aquellas montañas y las vestía del rosado color de la piel. Parecía como si la tierra, adormecida, volviera a revivir con el frescor acariciante de la tarde. Mientras el bosque comenzaba a susurrar, el río, ya espejo de plata, tomaba prestado el verde de los ojos de Elda. Cae ya la tarde y aparecen las primeras estrellas vacilantes, palpitan las llamas del corazón de Maghinardo, la fragancia de la noche inunda el valle del Reno, la misteriosa penumbra, que nos lleva a tiempos remotos, viste el escenario en aquel momento de la historia de Panico; es el elixir de amor y fertilidad que de aterciopelado y embriagante sabor entra en la boca del joven Conde. En medio de un profundo silencio estalla de pronto un quejido de amor y pasa un enjambre de luciérnagas sobre unos rastrojos quemados y un ruiseñor desvelado canta inefables epitalamios entre el murmullo del río de la noche. Palpita en el seno de la tierra el amor, como la sangre en las arterias del hombre. La cálida oscuridad presagia la misteriosa boda. Surge entonces el disco completo de la luna difundiendo su luz sobre los campos oscuros. Las largas sombras y los brillos plateados dan paso a la caída de copos de oro. La noche se vuelve solemne y en el último banco del río, rodeado de unos pocos sauces, ante una esbelta columna de piedra tallada, sobre la que se encuentra una Madona, Maghinardo, arrodillado, eleva una oración por la paz de su espíritu. La sangre caliente asoma en sus mejillas, el vértigo ante el abismo perturba su alma. Está humildemente inclinado ante su Señora, casi postrado en el suelo ante ella. Oye de pronto el sonido de unos pasos y el susurro del vestido de Elda pasando entre la vegetación, se estremece entonces ante el peligro. Vidas de santos pasan ante sus ojos, santos que resistieron las más fuertes tentaciones. Elda se dispone entonces a entrar en el río, el sonido de los cordones y sus ropas que caen sobre el suelo sobresalta al joven Maghinardo. Cruje la arena bajo los pies de Elda que se dirige al río y, al entrar en sus aguas, su voz argéntea rompe el silencio con una exclamación de tibio placer al contacto con ellas. El río no es profundo y avanza sin miedo hasta que, de pronto, un inesperado talud hace caer a Elda, que lanza un sonoro grito de terror. Maghinardo corre en su socorro y, sin saber como, la tiene ante sus ojos. Ella ríe mostrando las divinas curvas de su torso por encima del agua, que con una fosforescente caricia abraza su cintura. Y de pie, besos bajo la luna blanca… Elda levanta sus brazos y apartando ingenuamente su pelo, muestra toda la gloria de su triunfo y su virginal desnudez. Maghinardo pierde la vista y se desmaya, permaneciendo inerte sobre la hierba y Elda grita desesperada pidiendo auxilio. Bertrada acude y, tras unos minutos, Maghinardo abre sus ojos, Bertrada sonríe y Elda se aleja invadida por el rubor. No se sabe si el matrimonio fue solemnizado por el sacerdote “Meludano”. Así, de esta manera, el Castillo siguió siendo de la familia Panico y los boloñeses, por despecho, a partir de aquel momento, lo llamaron “Castel debole”.


martes, 8 de octubre de 2013

En 1725 Jacinta de la Puente y Mathías García, presentan dispensa de Roma para su matrimonio por cuarto grado de consanguinidad. El Papa entonces era Benedicto XIII de la familia Orsini. Jacinta sería tía de Agustín de la Puente que, por aquel entonces, era Prestamero de Tabladillo. La dispensa de Roma no era necesaría para que el matrimonio fuera legal ya que bastaba con la dispensa del Obispo o incluso con la del Presbítero del lugar; sin embargo la dispensa del Papa era un fuerte respaldo para que sus descendientes aspiraran a la herencia del préstamo. "El día diez y nueve de agosto de mil sietecientos y veinte y cinco yo...cura de este lugar de Riego de Ambrós con dispensación de Roma en cuarto grado de consanguinidad desposé y velé in facie eclesie por palabras de presente...a Matías García y Jacinta de la Puente mis feligreses fueron testigos Baltasar Baliño vecino del Acebo, Juan García, Andrés García mis feligreses y otros muchos que se hallaron presentes y yo el dicho asistí como Cura y por verdad lo firmo vt Supra. Ambrosio Tabuio" Libro de Visitas, Bautismos, Matrimonios y Defunciones de Riego de Ambrós. Archivo Diocesano de la Catedral de Astorga.


Benedicto XIII. Nacido Pietro Francesco Orsini, era hijo primogéntito de Fernando III Orsini, Duque de Gravina en Puglia.


 Libro de Visitas, Bautismos, Matrimonios y Defunciones de Riego de Ambrós del Archivo Diocesano de la Catedral de Astorga.